El año 2021 acaba con la agricultura y ganadería como sectores estratégicos y esenciales e indispensables, tanto para la recuperación de Andalucía y de nuestro país, como para garantizar la soberanía alimentaria. Si algo nos ha dejado meridianamente claro este segundo año de pandemia es que Andalucía cuenta con un sector agroalimentario que tiene una enorme capacidad para dar una respuesta extraordinaria a una situación extrema. Sin embargo, eso no ha servido para que los agricultores y ganaderos andaluces veamos recompensado el esfuerzo. Todo lo contrario, puesto que cerramos un 2021 caracterizado por el desorbitado incremento de los costes de producción y de nuevo con movilizaciones en la calle ante los bajos precios en origen que seguimos recibiendo los productores.

Frente a esto, los principales retos para 2022 tienen que ser unos precios justos para nuestras producciones, una PAC más justa y más social que refuerce a la Agricultura y Ganadería Familiar y Profesional, la correcta aplicación de la nueva Ley de la Cadena, poner freno a la subida desmesurada de los ímputs, y la defensa de nuestros productos frente a las importaciones procedentes de terceros países. De ahí que UPA Andalucía vuelva a reclamar a las administraciones públicas medidas valientes si realmente queremos un sector agrario cada vez más potente, solvente y que siga siendo el motor social y económico en nuestra comunidad.

El secretario general de UPA Andalucía, Cristóbal Cano, recuerda que arrancaremos 2022 como terminamos 2021, con movilizaciones. “Los pequeños y medianos agricultores y ganaderos seguimos en crisis, y por eso tenemos que volver a salir a la calle. Sufrimos una tormenta perfecta que hace que tengamos serios problemas para asegurar la rentabilidad de nuestras explotaciones. Los piensos para el ganado se han encarecido cerca de un 30% en el último año. También son más caras las semillas (20% más); los abonos (48% más); el agua (33% más) o los plásticos para invernadero (46% más). Las subidas más espectaculares son las que afectan al gasóleo que usan nuestros tractores (un 73% más) y a la energía eléctrica (hasta un 270 más). Es imposible mantener la actividad con estos costes de producción y aguantando, encima, precios de ruina en origen en la leche, las patatas, las naranjas o los cultivos hortícolas, en muchos casos motivados por las importaciones sin control procedentes de terceros países”, explica Cristóbal Cano.

Este 2021 también ha traído buenas noticias, entre las que UPA Andalucía destaca la aprobación definitiva de la Ley de la Cadena Alimentaria, un logro histórico de los agricultores y ganaderos españoles. La nueva ley, en la que nuestra Organización ha jugado un papel fundamental, llega en un momento crucial para el sector agroganadero andaluz y debe marcar el fin de los abusos a lo largo de la cadena, restableciendo el equilibrio perdido por unas relaciones de fuerza y capacidades de negociación asimétricas durante décadas. Por primera vez, esta ley marca que el precio se establezca desde abajo, desde los productores, hacia arriba.

Desde UPA Andalucía nos congratulamos también de la suspensión, por un periodo de cinco años, de los aranceles al aceite de oliva impuestos entre la UE y los EE UU en el marco de las diferencias suscitadas en la Organización Mundial del Comercio (OMC) por la guerra del sector de aeronáutico. Además, nos felicitamos porque Estados Unidos asuma la resolución de la OMC sobre la aceituna negra de mesa, lo que significa un paso muy importante para la eliminación definitiva de los aranceles. De esta forma, estamos empezando a recuperar las operaciones de exportación e inversión españolas en el mercado estadounidense, claves para nuestras empresas y para nuestra recuperación económica.

No obstante, seguiremos siendo beligerantes en cuanto al veto ruso a las producciones andaluzas o para exigir un mayor control de las importaciones procedentes de terceros países, que compiten en desigualdad de condiciones con nuestras producciones. Por último, Cristóbal Cano resalta las últimas precipitaciones registradas en Andalucía que han venido a paliar un poco la grave sequía por la que hemos atravesado en 2021 y que ha significado, primero, la reducción productiva en los cultivos y, después, la prohibición de todos los regadíos con la solicitud del Decreto de Sequía. En este sentido, y para concluir, pone de relieve las alegaciones que hemos presentado a un Plan Hidrológico del Guadalquivir teóricamente centrado en el objetivo ambiental, pero que ignora por completo el aspecto social del agua, que debe servir para vertebrar el territorio a través de la generación de riqueza y empleo en el medio rural y no para permitir la expansión de nuevas hectáreas de cultivos con mayores dotaciones de riego a las actuales.