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UPA

Las enseñanzas de la crisis sanitaria para garantizar el futuro de la producción de alimentos en la Unión Europea

Joachim Rukwied, presidente del Copa - 26/08/2020

A pesar de que los agricultores de la UE y sus cooperativas, junto con otros socios de la cadena alimentaria, han mantenido durante la crisis de la Covid-19 un suministro de alimentos al consumidor relativamente estable y suficiente, se enfrentan al deterioro de los mercados. Los cambios en el consumo han provocado pérdidas económicas ingentes, en concreto en los productos con valor añadido. Como era de esperar, el cierre del canal Horeca resultó devastador para nuestras economías. Es de esperar que una vez que los servicios de alimentación reinicien sus actividades, veamos alguna evolución positiva en los mercados, aunque esto podría no ser inmediato.

El impacto ha sido grave y se ha dejado sentir en todos los sectores. Hemos visto cómo se ha deteriorado la situación de los mercados solo en pocas semanas. No obstante, seguimos comprometidos con la seguridad alimentaria de la UE, que está basada en el buen funcionamiento de nuestro mercado único común.

Si bien nos congratulamos del primer paquete de medidas de gestión del mercado propuesto por la Comisión, hay que ir más allá. La mayoría de los sectores económicos no dispone de un marco jurídico de la UE listo para reaccionar ante la crisis como el que nosotros sí tenemos a nuestra disposición. La PAC proporciona este marco y debemos hacer un uso pleno de ella.

Agradecemos a los Estados miembros la rápida aprobación del paquete. Esperamos que las medidas de apoyo puedan llegar a la comunidad agrícola lo antes posible.

Además de la gestión del mercado, acogemos con satisfacción las directrices de la Comisión sobre la gestión de las fronteras, así como sobre la libre circulación de trabajadores, en particular sobre la mano de obra estacional.

Las circunstancias excepcionales requieren medidas excepcionales, por lo que este apoyo debería provenir de fuera del presupuesto agrícola. La PAC por sí sola no está lo suficientemente preparada para hacer frente a una crisis de esta magnitud. Deben considerarse y estudiarse otras opciones que rebasen su ámbito. En este contexto, el uso de la reserva de crisis prevista en la partida presupuestaria agrícola no conseguirá paliar los problemas de mercado a los que se enfrentan los agricultores y sus cooperativas en este momento. Por lo tanto, no podemos apoyar la activación del fondo de crisis que solo redistribuiría algunos de los escasos fondos de los recursos propios de los agricultores.


Perspectivas a corto plazo

Es probable que el sector de la producción agrícola de la UE siga sintiendo el impacto de la Covid-19 durante cierto periodo, ya que la transmisión de los precios a nivel de los productores no es inmediata. Se espera que el comportamiento impredecible de los consumidores, las perturbaciones del comercio internacional y las consecuencias económicas derivadas del desempleo ejerzan una mayor presión sobre los sectores. Según las perspectivas a corto plazo de la Comisión Europea, esta importante y polifacética crisis económica durará al menos hasta mediados de 2021.

Entre los futuros desafíos macroeconómicos destaca en qué medida la recesión económica va a repercutir en la demanda de alimentos, en particular la de productos de alto valor, la evolución de los precios del petróleo y las tensiones comerciales.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la magnitud de la crisis podría ser mucho peor que la de 2008-2009: la economía mundial podría contraerse un 3% en 2020, y un 7,5% en la zona euro. Podría aumentar en un 5,8% en 2021, y en el 4,7% en la zona euro.

Para 2020 y 2021, el FMI estima que la pérdida acumulada del PIB mundial podría ascender a 9 billones de dólares, esto es casi la mitad del PIB de la UE. Si las tasas de desempleo siguen aumentando, esto deprimirá aún más el consumo general, lo que repercutirá en las exportaciones, el turismo y los servicios alimentarios.

 

Medidas para hacer frente a la situación de los mercados

En el sector lácteo debemos asegurar una financiación suficiente para la ayuda al almacenamiento privado (PSA por sus siglas en inglés). Necesitamos algunas flexibilidades, en particular en términos de tiempo. En el caso de la carne de vacuno y de ovino, es necesario reorganizar las importaciones para adaptarlas a la realidad del mercado interno de la UE y a los cambios en el consumo. La ayuda al almacenamiento privado debe extenderse a la carne de ternera. La gestión de los contingentes arancelarios es de crucial importancia también para el sector avícola. Las existencias de carne están aumentando y el mantenimiento de las importaciones al nivel actual empeora la situación. La gestión de los jabalíes en el marco de la lucha contra la peste porcina africana es crucial para evitar el colapso del mercado en el sector de la carne de cerdo, que ya ha sufrido golpes en algunos de sus cortes especializados.

Las disputas comerciales y el cierre del canal Horeca a causa de la crisis de la Covid19 han golpeado duramente al sector del vino. Si bien acogemos con satisfacción las flexibilidades de los Programas Nacionales de Apoyo (PNA), están lejos de ser suficientes. Necesitamos medidas de la UE, como la destilación de crisis, el almacenamiento privado y la cosecha en verde.

El mercado de las flores y plantas ornamentales se derrumbó casi de la noche a la mañana. Este problema de liquidez a corto plazo todavía queda pendiente.

En el caso de las frutas y verduras, lamentamos que aún no se hayan propuesto medidas excepcionales en virtud de los artículos 219, 221 y 222. No podemos aceptar la excepción respecto de las entregas externas para las OP. El sector de la patata está preocupado por las posibles distorsiones de la competencia por la ayuda estatal y el uso del artículo 222.

Además del mercado convencional y de la gestión de los contingentes arancelarios, quisiera también subrayar la importancia de los planes de promoción, posiblemente en relación con el agroturismo. También conviene aligerar los procedimientos administrativos para ayudar a los agricultores en la ejecución de su trabajo y con el distanciamiento social. Los requisitos de ecologización deberían reevaluarse con más detalle, en particular para garantizar que los animales reciban suficientes alimentos.

 

Aspectos horizontales

También debemos expresar nuestra preocupación por las recientes afirmaciones sobre el vínculo entre la agricultura de la UE y la Covid-19. La AESA ha declarado claramente que los alimentos no son un vector de transmisión. Además, estas afirmaciones ridiculizan el duro trabajo que toda la cadena de valor, las autoridades nacionales y la Comisión DG SANTE han realizado en este ámbito durante décadas. En la UE disfrutamos de los alimentos, plantas y animales más seguros de la historia moderna.

En este difícil contexto y con todas las incertidumbres que se avecinan, la agenda política de la UE sigue su camino. La Comisión Europea ha publicado recientemente la Comunicación sobre Biodiversidad y la estrategia “De la granja a la mesa”, paralelamente a algunas otras evaluaciones sobre la estrategia de bienestar animal, por ejemplo. También ha hecho propuestas sobre el Marco Financiero Plurianual (MFP) y el paquete de recuperación.

En lo que se refiere a la estrategia “De la granja a la mesa”, pensamos que debe tener en cuenta los tres pilares de la sostenibilidad (el económico, el social y el medioambiental) en este debate general. Esta es la única manera de reconocer la contribución de la agricultura y las zonas rurales a la producción de alimentos y piensos.

Por esto, los agricultores europeos y las cooperativas agrarias urgen a la Comisión Europea a garantizar que las próximas metas de la estrategia “De la granja a la mesa” vendrán acompañadas de una evaluación inicial de impacto exhaustiva sobre el sector del uso de la tierra, así como de una debida consulta con las partes interesadas pertinentes. Ello es especialmente crítico en lo que se refiere al uso de los productos fitosanitarios, de las ventas de antimicrobianos, del uso de los fertilizantes y de las normas sobre bienestar animal. A la hora de proponer las metas para la producción ecológica, la Comisión no debe obviar el impacto socioeconómico acumulativo asociado al rendimiento más bajo que tiene la producción ecológica en general, como tampoco debe ignorar la realidad del mercado y la disminución del rendimiento en la producción convencional debido a la falta de instrumentos necesarios. En vista de todos estos problemas, es una decepción que la creación del Observatorio de la Seguridad Alimentaria de la UE se haya excluido de la comunicación de la Comisión.

Queremos seguir nuestro camino hacia una agricultura más respetuosa con el medio ambiente y seguir invirtiendo en ella, pero estas estrategias son el camino equivocado. Las metas no son soluciones.

Para conseguir una agricultura productiva, competitiva y eficiente con los recursos, se necesita cooperación en lugar de nuevos requisitos. Además, los documentos de estas estrategias no abordan suficientemente los ajustes necesarios a raíz de la pandemia de Covid-19. No se puede dejar recaer el peso de los costes ligados a una mayor protección ambiental y climática únicamente en los hombros de los agricultores. La consecuencia de ello sería una creciente externalización de la producción europea de alimentos hacia terceros países y, sobre todo, el abandono de un gran número de explotaciones agrícolas en la Unión Europea.

El propósito de la Comisión de establecer más zonas protegidas reducirá la superficie utilizada para la producción agrícola y forestal en la UE. Además del posible elevado porcentaje de tierras abandonadas y de las limitaciones más estrictas aplicables a algunas de las zonas ya protegidas, excluir el 10% de la tierra de un uso activo tendrá serias consecuencias socioeconómicas y medioambientales. Es probable, pues, que la UE externalice su huella ambiental a terceros países y ejerza presión en focos claves para la biodiversidad por todo el mundo. En lugar de nuevas restricciones y burocracia adicional, necesitamos incentivar la inversión con base a tecnologías innovadoras y asequibles, y mejorar el funcionamiento de una cadena agroalimentaria más equitativa.

La PAC ofrece el marco adecuado para apoyar las ambiciones fijadas a nivel de la UE. Los pagos de la PAC, además de los criterios estipulados por las normas de la condicionalidad, tales como la gestión integrada de plagas, el bienestar animal, la inocuidad de los alimentos, el uso de antimicrobianos y los elementos paisajísticos, atañen a seis millones y medio de agricultores. Ello es una prueba de que la PAC es la política con el mayor potencial de influir en las decisiones de los agricultores. Las metas establecidas por los Estados miembros en el marco de sus respectivos planes estratégicos de la PAC deberían tenerlo en cuenta y no centrarse únicamente en lograr las ambiciones del Pacto Verde Europeo, sino valorar también lo que ya se ha conseguido hasta ahora. Por ejemplo, desde 1990 la agricultura de la UE ha reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero más de un 20%, aumentando su producción un 25%.

Por último, los agricultores y las cooperativas agrarias europeos acogen con satisfacción las actuaciones de la Comisión encaminadas a dar un impulso hacia un futuro más prometedor, así como el establecimiento de las condiciones adecuadas para que la próxima generación de ciudadanos de la UE pueda trabajar y vivir una vida próspera. Damos el visto bueno al planteamiento adicional en materia de cohesión, inversiones, investigación, digitalización, capacidades y diversificación, que seguramente beneficiará al sector agrícola.

El aumento de 15.000 millones de euros de los recursos para desarrollo rural supone un buen primer paso; sin embargo, sigue reinando la decepción entre los agricultores europeos a causa de las cantidades que se han asignado a la PAC en la revisión del MFP propuesta. Es sencillamente inadmisible contemplar la reducción de aproximadamente el 8,8% de las ayudas directas en términos reales en un período en el que los agricultores sufren tanta presión y se les impone un listón tan alto. ¡Es hora de demostrar a nuestros agricultores que estamos dispuestos a apoyarlos en la transición!

Durante los últimos dos años, el Copa y la Cogeca han venido solicitando el mantenimiento, en términos reales, de las ayudas de la PAC, lo cual se ha hecho más pertinente ahora en el contexto de las estrategias sobre la biodiversidad y la denominada “De la granja a la mesa”, publicadas recientemente.

Es bueno saber que la Comisión Europea ha reconocido la agricultura y la silvicultura como dos de los sectores primordiales y que está dispuesta a establecer las condiciones adecuadas para planificar la recuperación de los mismos, en especial si se tiene en cuenta la pandemia actual. Ahora más que nunca, necesitamos una Unión robusta y se necesita por lo menos el mismo nivel de ayudas financieras que en el actual marco financiero plurianual. Es fundamental que estas ayudas, incluida la “Unión Europea de la próxima generación”, de verdad les lleguen a las personas sobre el terreno. Por lo tanto, instamos al Consejo a que asuma un planteamiento diligente respecto de estas propuestas y a que tome una decisión rápida, ya que solo quedan unos meses para llegar a 2021.

Solo si cuentan con políticas coherentes y un presupuesto suficiente y bien asignado, la agricultura y la silvicultura de la UE pueden seguir contribuyendo a los distintos objetivos de la UE: garantizar la seguridad y la inocuidad alimentaria, suministrar materias primas renovables, crear empleo en las zonas rurales y, paralelamente, llevar a cabo prácticas respetuosas con el medio ambiente y la biodiversidad y combatir el cambio climático. La crisis de Covid-19 y las consiguientes dificultades económicas nos han enseñado que la UE no puede permitirse poner en riesgo su propia producción de alimentos.

Los responsables políticos europeos tienen ahora la ocasión de demostrar que su ambición cuenta también con el respaldo necesario en términos de financiación y de instrumentos que harán posible una transición justa para todos. Los agricultores europeos y sus cooperativas cuentan con su firme apoyo para gestionar esta crisis y conseguir que el sector agrícola sea más próspero en beneficio de toda la sociedad.

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