
Etiquetas: agricultura, ganadería, sequía, lluvias, cambio climático, pérdidas en agricultura, pérdidas en ganadería, sector primario
UPA - 23/11/2017
La falta de precipitaciones que se vive en nuestro país y la irregularidad de las mismas como consecuencia del cambio climático están teniendo gravísimos efectos sobre la agricultura y la ganadería y por ende, sobre los agricultores y los ganaderos.
Las lluvias en este último año hidrológico finalizado (del 1 de octubre de 2016 al 30 de septiembre de 2017) han sido, con una cifra de 529 litros por metro cuadrado, un 18% menores en la España peninsular respecto a la media histórica (648 l./m2), según datos de la Agencia Española de Meteorología (Aemet). Pero el problema es que desde 2014 se vienen produciendo en nuestro país varios años con lluvias menores a lo normal, afectando al volumen de agua embalsada, estando actualmente los embalses (a 21 de noviembre) con una capacidad de solamente el 37%, nivel más bajo en los últimos 22 años (desde 1995).
Debido a las características hidrológicas de nuestro territorio, la disponibilidad de agua constituye un factor que limita su desarrollo: amenaza el estrangulamiento de actividades económicas, frena el incremento de actividades productivas y condiciona la conservación del medio ambiente.
¿Qué problemas está causando la sequía en la agricultura y la ganadería?
Los principales efectos que la sequía está produciendo en el sector agrario son:
Muchas fuentes de agua natural, ríos, arroyos y arroyuelos se han secado en amplias zonas de nuestra geografía y por ello, la ganadería extensiva no encuentra dónde beber en determinadas ocasiones, otras veces deben recorrer grandes distancias para conseguirlo y, en la mayoría de los casos, los ganaderos están contratando cisternas para que lleven agua al ganado, con un alto coste., que UPA sitúa, para una explotación media de 50 vacas, en más de 1.000 euros al mes sólo en el coste de las cisternas para dar de beber al ganado.
Además, la falta de agua ha impedido el desarrollo de pastos para la alimentación del ganado, obligando a aportes suplementarios de piensos, heno y forrajes con el consiguiente incremento de los costes de producción a los ganaderos.
Por último, fruto de la sequía existe escasez de forrajes y mayor demanda de los mismos, ante lo cual se prevén aumentos en sus cotizaciones.
Los regadíos constituyen de una manera generalizada una fuente de riqueza frente a los secanos tradicionales además de suponer un incremento del valor añadido, y lo que es más importante, un factor que socialmente implica un freno al despoblamiento de nuestro medio rural.
El regadío ha sido considerado tradicionalmente como un elemento clave para el desarrollo rural. Sin agua no hay producción agraria y sin ésta es inconcebible el desarrollo rural. Teniendo en cuenta que los regadíos incrementan de manera casi exponencial los rendimientos por superficie, la conclusión resulta evidente: es imprescindible aumentar la superficie regada para que, a su vez, aumente la producción, se genere más riqueza y se frene el éxodo rural, siempre teniendo en cuenta las disponibilidades reales del recurso y las proyecciones esperadas de los efectos del cambio climático.
La fuerte sequía que estamos padeciendo puede provocar un daño muy importante a las economías de nuestros agricultores de regadío. Este hecho podría incluso motivar el abandono de ciertos cultivos de regadío o su conversión a secano en caso de una pérdida notable en su rentabilidad, lo cual implicaría poner en cuestión la viabilidad de gran parte del regadío en España.
A lo largo de este año se están produciendo restricciones importantes en el agua de riego. De no llover de forma abundante en un futuro, en 2018 no se va a poder regar en determinadas zonas geográficas.
La falta de agua está teniendo sus efectos también sobre las siembras. En algunas ocasiones las siembras otoñales no se han podido realizar por la falta de tempero –humedad adecuada del suelo para proceder a la siembra- obligando a los productores a la modificación de los calendarios. En otros casos, se pudo sembrar pero la sequía está provocando falta de nascencia y dificultades en el desarrollo posterior de las plantas nacidas.
El olivar, el girasol y el almendro, en periodo de recolección, están experimentando pérdidas de rendimiento como consecuencia de la sequía. También se han producido pérdidas en el cereal recolectado y el viñedo.
La pérdida de producción de miel se ha hecho notar también en la campaña apícola con pérdidas de más de un 50% o 60% en miel y polen. Esta merma en la producción se debe fundamentalmente al excesivo calor.
La ayuda acoplada para el sector ovino de carne exige un coeficiente de prolificidad de 0,6 corderos/reproductora y año. La sequía provoca menor disponibilidad de alimentos afectando al número de partos anuales. Esta circunstancia se une en determinadas áreas a la presencia de lobos en el territorio y a la situación de ampliación de determinados jóvenes. En estas circunstancias podemos encontrar ganaderías que siendo muy profesionales de manera coyuntural no cumplan con el requisito del 0,6.
¿Qué perdidas está generando la sequía en la agricultura y la ganadería españolas?
Las pérdidas contabilizadas a lo largo de 2017 en el conjunto de sectores agrarios han sido las siguientes:
CONCEPTO |
IMPORTE (€) |
Falta de pastos y suplemento de la ganadería |
Vacas nodrizas: 447 M€ Ovino de carne: 267 M€ Caprino de carne: 23,9 M€ Vacuno de leche: 183 M€ |
Pérdidas en apicultura |
60 M€ |
Pérdidas de rendimiento en cultivos. |
Cereales, maíz y remolacha: 1.248 M€ Olivar: 800 M€ Viñedo: 500M Girasol: 35 M€ Almendro: 65 M€ |
TOTAL |
3.629 millones de euros |
¿Qué pedimos los agricultores y ganaderos para luchar contra la sequía?
En este sentido, se deben aplicar medidas de flexibilidad para las ayudas acopladas destinadas al ovino y caprino de carne.
Desde UPA entendemos que para el ovino y caprino extensivo, se debería flexibilizar el requisito de producción de 0,4 corderos anuales pasando a 0,6 para garantizar que ninguna explotación familiar queda sin ayuda. Esto debería aplicarse excepcionalmente, con motivo de la sequía y durante el periodo en que se mantenga ésta.
Debido a las características hidrológicas de nuestro territorio, la disponibilidad de agua constituye un factor que limita su desarrollo: amenaza el estrangulamiento de actividades económicas, frena el incremento de actividades productivas y condiciona la conservación del medio ambiente. Por tanto, es necesaria una planificación hidrológica en el ámbito de todo el territorio nacional, que debe tener entre sus ejes prioritarios: la mejora de las infraestructuras existentes, la redistribución social de los recursos y el fomento del ahorro y eficiencia en el uso del agua. Lo que en definitiva supone desarrollar una gestión eficaz y socialmente justa del uso del agua. Para ello es necesario reforzar el control público del uso y de la calidad del agua, y potenciar la participación y la corresponsabilidad de los regantes.
Las medidas concretas que UPA plantea, en este sentido, son: