
Editorial del número 251 de la revista La Tierra
Una más. La gran manifestación de los ganaderos y las ganaderas de leche en Santiago, el 17 de julio, ha vuelto a ser histórica. Una vez más, como otras muchas a lo largo de los últimos años, en la capital de Galicia, en Madrid, en Bruselas… En todos los casos, y ahora con mayor motivo, con un grito unánime: queréis acabar con nosotros, estamos al límite de la supervivencia…, pero no nos vamos a dejar.
La manifestación de Santiago –sin siglas, con un amplio respaldo político y municipal– ha sido una nueva demostración de fuerza y firmeza de los y las profesionales del sector más castigado, sin duda, por la cara más negativa del entramado político-administrativo que rodea a la PAC, la dejación del Gobierno y la mezquindad injustificada de la industria y la gran distribución comercial, empeñadas en el sinsentido de maltratar a los productores y al producto.
Pero los hechos son tozudos. Y lo cierto es que muchas y muchos ganaderos han superado los límites de la supervivencia. Invirtieron en cuota y en modernización, compraron ganado, mejoraron sus instalaciones, han asumido con voluntad las máximas exigencias de calidad en todo el proceso hasta la entrega de la leche… Todo en vano, parece que no hay forma de conseguir el reconocimiento y el respeto a todo este esfuerzo, con garantía en la recogida y un nivel de precios mínimamente razonable para no traspasar el umbral de la viabilidad, sin que ello tenga que reflejarse en mayores costes ni precios para el resto de la cadena y los consumidores.
Ni siquiera parece suficiente el apoyo legislativo –el famoso “paquete lácteo”, la ley de la cadena…– ni los intentos de vertebrar auténticas organizaciones interprofesionales. Siempre terminamos chocando contra el mismo muro.
Y, para mayor agravio, tampoco nos vale el mal de muchos, consuelo de… Porque es cierto que en todas partes cuecen habas, pero el resultado no es el mismo. Valga como ejemplo sintomático el silencio administrativo, político y de los grandes medios de comunicación tras la manifestación de Santiago –aquí no ha pasado nada–, frente a la reacción en Francia a raíz de movilizaciones de ganaderos coincidentes y similares a las de España, por los mismos motivos. En Francia, las protestas de los ganaderos son tema de interés nacional, portada de todos los medios informativos, motivo de reacción inmediata del presidente de la República y asunto monográfico de un Consejo de Ministros, el celebrado el 22 de julio.
Con toda seguridad, nos enfrentamos a un problema de cultura de país. Los agricultores y los ganaderos franceses tienen problemas similares a los nuestros, pero cuentan con la valoración social, el respeto y la atención institucional que no acabamos de conseguir en España. Con este objetivo nos levantamos desde hace años cada mañana los compañeros y las compañeras de UPA, para demostrar sin dudas que no van a poder con nosotros, aunque intenten arrastrarnos más allá de los límites de la supervivencia.