Editorial del número 252 de la revista La Tierra
Por mucho que se repita, una mentira no se termina convirtiendo en verdad. Por muchas veces que nos quieran “vender” el acuerdo de la leche como un buen acuerdo, no es un buen acuerdo. Lo hemos repetido hasta la saciedad. En las calles y en las carreteras. En España y en Bruselas.
En las mesas de negociación y en los medios de comunicación. Teníamos y seguimos teniendo un problema muy grave, que es común a todos los mercados agrarios, pero que en el caso de la leche resulta especialmente sangrante e incomprensible, probablemente por la perentoriedad del producto y las malas prácticas históricas en este sector, con una posición clara de dominio de la industria frente al ganadero y de la gran distribución frente al resto de la cadena.
Lo que hemos vivido durante el final del verano pasado ha sido, ni más ni menos, una gran operación de marketing político, financiada con fondos públicos, con la que el Gobierno ha pretendido contrarrestar la movilización masiva de los ganaderos, indignados y asfixiados por verse obligados a vender la leche por debajo de los costes de producción.
La cuestión de fondo es que miles de tractores durante varios días bloqueando las carreteras gallegas y su presencia permanente en los telediarios son un problema político para el Gobierno, más aún en vísperas de unas elecciones decisivas para el partido que gobierna en España y en Galicia.
Y frente a un problema político, una solución política, con el montaje de un “gran” acuerdo para favorecer a los ganaderos que, curiosamente, firma todo el mundo menos las organizaciones que representan a los ganaderos, UPA y Coag.
Nosotros queremos firmar acuerdos, que nadie lo dude. Para eso nos movilizamos y nos sentamos a negociar. Pero es imposible. Porque no podemos firmar compromisos de buena voluntad sin ninguna garantía. Estamos escarmentados. No nos valen promesas de buen comportamiento de la industria y la distribución que han incumplido una y otra vez en el pasado. Y que en muchos casos incluso están incumpliendo ya este acuerdo de escaparate firmado en septiembre.
Nosotros, los ganaderos y las ganaderas, queremos concreción en los compromisos sobre precios y contratos, y respeto mutuo, con garantías de que nunca más nos van a pagar la leche por debajo de lo que nos cuesta producirla. No es tan complicado.
Solo es cuestión de verdadera voluntad política (no de espectáculos con pretensiones mediáticas) y de responsabilidad social y empresarial de la industria y el comercio.