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Fundación de Estudios Rurales

Qué podemos hacer para que nuestros sistemas alimentarios sean sostenibles

Frans Timmermans, Vicepresidente de la Comisión Europea - 25/07/2023

Los métodos actuales de producción de alimentos propician directa y sustancialmente la pérdida de biodiversidad, pero también son los más amenazados directamente por ella. Por esa razón es necesario sustituir la mitad de los plaguicidas químicos por alternativas, por mejores prácticas y por conocimientos.

El Anuario de la Agricultura Familiar celebra su 30.ª publicación. ¡El tiempo vuela! Solo dos años después de su primera edición, se celebró por primera vez la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) y por aquel entonces esa amenaza parecía teórica. Las evidencias científicas eran ya abrumadoras, pero las repercusiones en el mundo real todavía no se apreciaban demasiado.

El mundo ha cambiado mucho, y cada vez cambia más rápidamente. El dato de que los diez años más calurosos registrados hasta ahora han transcurrido durante los últimos trece años lo demuestra. Los agricultores españoles lo viven en primera persona: la sequía se deja sentir en toda Europa, pero este año, en países como España, ya ha llegado en invierno y a principios de la primavera.

Tenemos que actuar, y muy rápidamente. El cambio climático está llegando, lo queramos o no. Debemos planificar, prepararnos y asegurarnos que la transición tenga en cuenta a toda la ciudadanía. De no ser así, las repercusiones directas e indirectas solo pueden empeorar con el tiempo, y repercutirán en todo: los ciudadanos, los mercados, la producción de alimentos. El transporte, la energía, la industria o la alimentación, todos los sectores tendrán que adaptarse. La adaptación todavía es posible y trae también consigo muchas oportunidades.

¿Qué podemos hacer para que nuestros sistemas alimentarios sean sostenibles? En primer lugar, debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la producción y del consumo de alimentos. Para que Europa sea el primer continente climáticamente neutro de aquí a 2050, el sistema alimentario tendrá que reducir emisiones en la parte que le corresponda.

La aportación de los agricultores y ganaderos

Aunque la producción de alimentos es extremadamente vulnerable al cambio climático, también puede ofrecer muchas soluciones. Los agricultores y ganaderos se encuentran en una situación óptima para almacenar carbono en el suelo y en productos duraderos, como la madera de construcción. Y en un país como España, los tejados de los establos y otros edificios agrícolas son el lugar perfecto para colocar paneles solares.

En segundo lugar, debemos detener urgentemente la pérdida de biodiversidad. Un millón de especies están en riesgo de extinción y eso nos perjudica tanto a nosotros como a nuestro sistema alimentario. Somos solo una de las muchas especies de este planeta y dependemos de la existencia y del bienestar de otras especies para sobrevivir.

Los métodos actuales de producción de alimentos propician directa y sustancialmente la pérdida de biodiversidad, pero también son los más amenazados directamente por ella. Por esa razón es necesario sustituir la mitad de los plaguicidas químicos por alternativas, por mejores prácticas y por conocimientos.

Queremos asegurarnos de que todos los agricultores puedan obtener asesoramiento independiente sobre las opciones existentes disponibles. Cuando no haya alternativas, se seguirán utilizando los plaguicidas químicos. También debemos asegurarnos de que los suelos estén saludables. Más del 60 % de los suelos europeos se encuentran en mal estado. En lugar de dejar que empeoren sin hacer nada, tenemos que restaurar la salud de los suelos europeos. Todos los agricultores lo dicen: no se pueden cultivar productos en una tierra muerta. Por ese motivo pretendemos introducir una ley sobre la salud del suelo en el mes de julio.

En tercer lugar, nuestro sistema alimentario sigue alentando demasiado a los consumidores a elegir alimentos poco saludables. Esto tiene efectos negativos en la salud y la calidad de vida de las personas, pero también acarrea gastos para la sociedad en su conjunto. Los ciudadanos necesitan estar bien informados sobre las consecuencias de sus decisiones y tenemos que hacer que las opciones saludables y sostenibles sean las más fáciles. En esto consistirá fundamentalmente nuestra propuesta a finales de este año para un sistema alimentario sostenible.

Por último, es preciso reducir drásticamente el desperdicio de alimentos. Sus emisiones de gases de efecto invernadero. Si fueran producidas por un país sería el tercer país más emisor del mundo. En la Unión Europea, desperdiciamos alrededor del 20% de lo que producimos. Es una cantidad enorme y la mayor parte de estos residuos se producen en los hogares.

El futuro es responsabilidad de todos

Para conseguir todo lo expuesto, hace falta tiempo y mucho dinero. Pero también se generarán muchas y nuevas oportunidades económicas. Contamos con financiación pública y privada. Y antes de que alguien haga la pregunta de ¿qué futura PAC queremos?, tenemos que plantearnos otra más fundamental: ¿qué sistema alimentario queremos? Si centramos el debate solamente en la futura PAC estamos cargando demasiada responsabilidad en los agricultores individuales, y eso no es justo. Es cosa de todos: de los gobiernos, los consumidores, los minoristas, los grandes productores de alimentos y, sobre todo, de la industria agroalimentaria.

Esa es la razón por la que nuestra estrategia de los sistemas alimentarios se denomina «De la granja a la mesa». Espero también que las empresas alimentarias apoyen cada vez más a los agricultores. Las empresas tienen que empezar a tener en cuenta las emisiones a lo largo de toda su cadena de producción y de valor. Cuanto antes creen incentivos para que los productores lleven a cabo su trabajo de una manera más respetuosa con el medio ambiente, mejor.

Para mí es evidente. Quiero un sistema alimentario que funcione dentro de los límites que impone la protección del planeta. Quiero un futuro en el que los agricultores y los consumidores y todas las demás partes interesadas que se sitúan entre la granja y la mesa reciban apoyo en la transición y en la adopción de las decisiones adecuadas. Quiero un futuro que sea justo y que saque a los agricultores del estancamiento actual. En este sistema la renta de los agricultores no representa necesariamente un salario digno. Es un sistema en el que tradicionalmente el 80 % de los pagos directos de la PAC acaban en los bolsillos del 20 % de los beneficiarios, personas que a veces ni siquiera son agricultores. Es un sistema que ha dado lugar a una dependencia excesiva de los fertilizantes sintéticos y de los piensos importados. Es un sistema en el que dos tercios de los cereales se utilizan para la alimentación animal y un tercio se destina al consumo humano.

Los agricultores están atrapados en un sistema que beneficia a unos pocos. Constantemente se les dice que produzcan cada vez más. Se les dice que son héroes, responsables de la alimentación de la población mundial y que el Pacto Verde se interpone en su camino. Pero ¿cómo van a alimentar a la población con suelos muertos y cosechas malogradas? ¿No es hora de ayudar a los agricultores a regenerar los suelos y a proteger las cosechas de las sequías y de las altas temperaturas?

La ciencia lo dice claramente: si queremos una seguridad alimentaria duradera, tenemos que hacer frente a todos los problemas del sistema alimentario y debemos empezar ahora. Disponer de tiempo es un lujo con el que no contamos. Tenemos que poner dinero en el futuro de la agricultura, no en los bolsillos de los complejos agroindustriales. Tenemos que invertir en la vida de los agricultores. Y si queremos un futuro para nuestros hijos, tenemos que invertir en la naturaleza. Tenemos que ser unos buenos antepasados para nuestros hijos y nuestros nietos.

 

Contenido publicado originalmente en el Anuario de la Agricultura Familiar 2023.

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